Eso fue en junio de 2016, y hasta ahorita (marzo de 2017) acaban de publicar las ponencias que di allá. Pueden leerlas aquí. En la página 17 sale la ponencia que es básicamente una versión resumida, en inglés y más coherente de mi tesis de maestría. En la página 23 sale la ponencia en la que trabajé con dos compañeros de la licenciatura: Georgina Campero y Alberto Ugarte. Ellos no pudieron ir a Escocia porque ella estaba trabajando (en el sector energético) y él estudiando su maestría (en Hungría), así que me eché el paseíto yo solo.
Si alguna vez les parece que soy demasiado demandante con sus ensayos o que podría darles la retro de una manera que doliera menos, les tengo un spoiler de vida (que es como una lección de vida, pero sin la implicación de que yo crea saber más que ustedes): nunca dejan de decirte que podría ser más claro lo que escribes, y nunca deja de doler cuando te dicen que lo que escribiste no está excelente. Si escriben mucho, como yo, tal vez empiecen a ver sus propios avances y eso sí se siente padre de repente. Pero no, nunca se siente bonito cuando tienes todo un trabajo al que le dedicaste años (literalmente, en el caso de la tesis de maestría), intentas resumirlo, y tienes que reescribirlo, una, dos, o diez veces antes de que alguien afuera de tu cabeza pueda comprenderlo.
Cuando reviso sus ensayos, intento decirles las mejoras más urgentes que pueden hacer a su escritura con la idea de que están en una etapa en la que todavía pueden acostumbrarse a poner ideas principales, desarrollar sus ideas puntualmente y justificar sus ideas con conclusiones sin la presión añadida de aparte pedirles que sean mínimamente coherentes, se apeguen a formatos específicos (APA, Chicago, etc) o tengan que revisar suficientes fuentes (lo hice el primer semestre que di clases y fue traumático para ese grupo). Ya después podrán preocuparse por hacerse buenos para escribir, si esa es su onda y se dedican a eso. El desafío que tenemos ahorita es que se comuniquen de forma más o menos efectiva, y estoy aquí para ayudarles.
Lo apreciamos, Francis.
ResponderBorrarNo hay de qué, Elizabeth.
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